Desafiando a la lluvia y a pesar de las grandes dificultades que nos impone el ignominioso exilio que padecemos, allí estábamos un grupo de exiliados frente a la embajada (la Cueva -de ladrones-) de Obiang Nguema en Madrid, para unirnos a los taxistas de Malabo, que luchan por sus derechos.
No nos desalienta el que muchos no hayan podido, o querido, asistir a esta manifestación. Era nuestro deber hacernos ver en la puerta de la embajada, para decirle a Obiang Nguema y a su putrefacto régimen, que nosotros vamos a dar la cara, una y otra vez, para defender nuestro pueblo que está sufriendo, porque unos canallas quieren seguir manteniendo la dictadura.
Nos producía tristeza contemplar la obscena exhibición de lujo en la embajada: coches de alta gama, entrando y saliendo de la embajada, jóvenes vestidos con ostentosos trajes de armani, todos ajenos e indiferentes frente al dolor y al sufrimiento del pueblo guineano. Un oasis de riqueza, en un desierto de pobreza y marginación.
Triste escenario el que estamos contemplando: mientras que la gente en Guinea les impiden ejercer sus actividades para llevar dinero a sus familias, con una mayoría de guineanos que pasan necesidades y la "primera dama", Constancia, donando nuestro dinero a un hospital de La Meca, paraíso del lujo.¡¡Qué contraste¡¡ y ¡¡qué vergüenza¡¡.
Casi dos horas apostados frente a la Cueva de Obiang, acompañados por la amabilidad de los policías españoles, coreábamos consignas como: ¡¡"El exilio con los taxistas de Malabo"¡¡...¡¡"Por la primavera estudiantil en Guinea"¡¡ .
Aquí no había partidos, solo guineanos y un español, comprometidos personalmente con la libertad del pueblo guineano. Como alguno manifestó: "hemos cumplido con nuestro deber y nos hemos manifestado pacíficamente frente a la embajada, en defensa de nuestro pueblo".